BASTARDOS

Estamos cansados de resistir el Invierno.
Hasta los huevos de acatar las normas,
de sentirnos como ovejas
encarceladas en un redil
al que llamamos casa.
Somos flores.
Metidas en un jarrón,
conteniendo la Primavera detrás de un cristal estallado.
Somos los hijos bastardos de las putas,
los insumisos,
los que han dejado de creer,
los que se cagan en los muertos del político
que se llena la boca
hablando de libertad.
Somos los que no se conforman
con la terminación
de la palabra futuro.
Los que nunca escriben con lápiz.
Los que lo que lo quieren TODO.
Somos la generación
que busca la poesía en los bares,
que tiene que suplicar y alzarse reclamando la cultura,
que no encuentra consuelo
si no es en un libro de Bukowski o Cortázar.
Somos los hijos de las piedras
que las leyes del orden nos tiran
alegando defensa propia contra nuestra sed de justicia,
los que no agacharon la cabeza porque ya no tenían nada que perder.
Somos los hijos de Ares: nuestras armas son las letras
y ninguna
ley mordaza
podrá nunca
callar a un poeta.

Traslapiel

A PIEZAS

Traigo en las manos

las piezas de todos los puzzles

que no he sido capaz de resolver.

Tu ausencia,

las cicatrices de todas las guerras

que perdimos en la cama de nadie,

el pecho abierto de par en par,

el vuelo de una gaviota ensangrentada

que se perdió de camino a ese París

que nunca necesitamos.

Piezas defectuosas

roídas

desgastadas,

como mis rodillas

reventadas por creer

que merecía la pena

romperme hasta los huesos por tu boca,

hasta el alma,

como si fuéramos inmortales

y este «No quiero que vuelvas nunca»

no fuera más que una jodida ruleta rusa

en la que la pistola

estaba cargada con dos balas,

en la que por jugar a desquerernos

nos hemos jodido también las alas

en el ejercicio absurdo

de aprender a quererse a medias.

Traslapiel

PODRIDO

Todavía tengo

la ropa sin tender

pudriéndose en el cesto,

como una metáfora macabra

que habla de mis putas instrucciones

para cuidarme el alma.

Pudriéndose,con las ventanas cerradas

y el olor a muerto trepando por las paredes.

Todavía puedo avanzar en aquel cursillo

sobre como tirar mi vida por la borda

y convertirme en la protagonista

del último naufragio no televisado del momento.

Puedo apretar los dientes

hasta que estallen de rabia todos los cristales,

cambiar a rojo todos los semáforos

como reflejo de este fuego

que me está abrasando por dentro

y aparentar mientras tanto

que este bar es la última noche que me aprieta la garganta,

que esta copa es la penúltima definitiva

y que esta boca pintada de derrota

ha desaprendido por fin

todas las palabras que empiezan por futuro.

Traslapiel