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BASTARDOS

Estamos cansados de resistir el Invierno.
Hasta los huevos de acatar las normas,
de sentirnos como ovejas
encarceladas en un redil
al que llamamos casa.
Somos flores.
Metidas en un jarrón,
conteniendo la Primavera detrás de un cristal estallado.
Somos los hijos bastardos de las putas,
los insumisos,
los que han dejado de creer,
los que se cagan en los muertos del político
que se llena la boca
hablando de libertad.
Somos los que no se conforman
con la terminación
de la palabra futuro.
Los que nunca escriben con lápiz.
Los que lo que lo quieren TODO.
Somos la generación
que busca la poesía en los bares,
que tiene que suplicar y alzarse reclamando la cultura,
que no encuentra consuelo
si no es en un libro de Bukowski o Cortázar.
Somos los hijos de las piedras
que las leyes del orden nos tiran
alegando defensa propia contra nuestra sed de justicia,
los que no agacharon la cabeza porque ya no tenían nada que perder.
Somos los hijos de Ares: nuestras armas son las letras
y ninguna
ley mordaza
podrá nunca
callar a un poeta.

Traslapiel

TODO A PEOR

Mientras escribo estas líneas
este bolígrafo chorrea desidia,
la desgana es un polizón
que se esconde entre los párrafos
y un surco plantado de fracasos
me abre el pecho
haciendo cicatriz.

Mientras escribo estas líneas
el mundo sigue girando,
sin que nadie pare
a una supuesta ley del orden
que apalea a un joven
por ejercer su derecho de expresión;
y un anciano se encadena
a la puerta de su hogar
para que no le arrebaten,
a golpe de sentencia,
cuarenta años de recuerdos.

Mientras escribo estas líneas
un ingeniero hace las maletas
y se despide de sus padres
porque la palabra hogar
ya no conjuga en futuro;
y un grupo de biólogos estudia
una nueva especie de pájaro
nacido sin alas
porque un veneno llamado democracia
ha mutado su cromosoma de la Libertad.

Mientras escribo estas líneas
un niño juega a imaginar
el contenido de su bocadillo de pan con pan
mientras su madre,
llora de impotencia en la cocina
y un banquero viaja a Thailandia
y se gasta en alcohol y putas
los ahorros de toda una vida
de dos ancianos ignorantes.

Mientras escribo estas líneas
se destapan veinte casos nuevos de corrupción
en este país de pandereta,
donde la única música que suena
es la de cuatro hijos de puta
que se creen los amos del mundo
y hacen inalcanzables el arte y la cultura.

No interesa que el pueblo piense
y asi nos va,
siempre;
todo a peor.

Traslapiel