Todo lo que amo
existe en planos
que no se definen.
Me cuesta pararme a respirar
y disfrutar de este aire invasor
que me infla el pecho.
Tengo el calendario
lleno de tachones,
la prisa por vivir siempre en la maleta
y esta maldita sensación
de estar otra vez escapando.
Me sigo incendiando cada noche.
Me vuelvo a intentar salvar.
Porque brilla en mi pecho
la luz cegadora de cientos de soles
pero sé que soy yo
la misma
que siempre intenta apagarlos.
Ando otra vez paso a paso,
reconstruyo lo que soy,
no me juzgo.
He vuelto a encontrarme
en mis propios ojos
pero reconozco
que sigo amando el sabor de la sangre.
Me detengo,
sigo,
me escondo.
Le tengo alergia a la luz del sol.
He pronunciado en alto todos mis miedos
a ver si así los espanto
pero la niña del espejo aún me engaña
y ha vuelto a salir corriendo.
Le tiene miedo a la oscuridad
que demasiado a menudo pinta el futuro.
Y yo lo he vuelto a hacer.
He claudicado a favor del nubarrón,
disparo certera todas las flechas,
tengo el vientre
cosido de nuevo con flores secas,
he vuelto a olvidar su nombre.
La poesía es todo
lo que queda detrás del portazo.
La sangre brotando de la mano
es la única tinta que conozco.
Pero ahora
yo he aprendido a aullar
y este bosque
se ha convertido en un cementerio
donde entierro todo lo que pude ser
para luego olvidarlo.
La poesía es todo
lo que queda entre yo y el silencio.
Disparo con palabras
todo lo que soy.
La valentía de pronunciarse
es otra forma de fe
cuando a duras penas
sostienes todo este aire.
Tengo el pecho
grapado de ausencias
la sonrisa diagnosticada
como herida mortal,
sigo aprendiendo técnicas de combate
porque la felicidad es un ejército
que sigue luchando contra el tiempo.
Reinvento lo que soy,
vuelvo a coserme,
sigo viendo la belleza
en todo lo frágil y roto.
Hago del temblor
el ritmo de mis pisadas,
me castigo con silencios
olvido otra vez las calles.
Esta casa es un cementerio
y yo he vuelto a enterrar mi nombre.
La poesía es todo lo que soy.
Todo lo que soy
se encierra a veces en la poesía.
La poesía es un acto de fe.
Respiro también
como acto de fe.
Afilo la cuchilla,
afilo el bolígrafo.
Confío en que ella
haya venido a salvarme.